El juego de bingo como actividad social para todas las edades
Muy lejos han quedado los días en los que el juego de bingo era percibido como una actividad para abuelas, en las tardes de Domingo. Hoy el bingo es una práctica social adecuada para todas las edades, que no sólo entretiene, sino que además también educa y permite ayudar a la comunidad o reunir fondos para buenas causas.
Debido a su facilidad, el bingo es adecuado para grandes y pequeños, desde que se tenga el conocimiento adecuado de los números. Es una actividad ágil, que puede ser practicada en familia o entre amigos, con o sin apuestas, ganando premios, o siquiera conquistando el título de campeón tan sólo de palabra. Y no sólo es un juego divertido, también es una práctica educativa que puede ayudar a educar a los pequeños en los números o en técnicas de memoria y agilidad mental.
En las escuelas y centros educativos se puede utilizar cartones especialmente diseñados, por ejemplo, con figuras de animales, con diversos colores o con números hasta cierto rango, de modo de incentivar a los niños a la práctica. Luego, la temática o los rangos numéricos pueden ir adquiriendo mayor complejidad.
Entre jóvenes el bingo es una actividad entretenida, que puede ser acompañada de pequeñas apuestas, logrando así que una noche cualquiera sea toda una velada con rondas de juegos que impulsen la sana competencia, la concentración, y la sana diversión. Entre los más adultos las apuestas suelen ser reemplazadas por premios, ya sea una copa de una bebida especial, o el título de campeón en ese grupo de pares, hasta la defensa de tal galardón en la próxima sesión de juegos.
En Iglesias, centros comunitarios y otras entidades, los juegos de bingo pueden ser utilizados para reunir fondos para diversas causas. Por lo general, se fija un precio por cartón (y una cantidad máxima de cartones por participante), y de este dinero se calcula un porcentaje destinado a los premios, mientras que el dinero recaudado puede ser puesto en buen uso para reparaciones, compras de alimentos o miles de otros usos comunitarios. De esta manera, los participantes logran entretenerse sanamente, mientras que colaboran con su comunidad.
Y quizás lo mejor del juego de bingo es que es una de las pocas actividades que puede ser compartido por abuelos, padres e hijos por igual. De este modo, logra unir a la familia y a los grupos sociales, creando lazos a partir de la práctica de una actividad entretenida y ágil, todos motivados por su práctica y en busca de una misma meta.